LABORINTERNO
Laborinterno surge como un laberinto mental, quizás por una combinación entre la necesidad imperante de crear y un nivel exacerbado de sobrepensamiento. Fi comenzó a cuestionar su inspiración, su orden interno y su búsqueda de precisión, lo que dio paso a la necesidad de liberar su mente y su mano para crear una serie de trazos que ya no acompañaban una intención específica, más allá de la de soltar y relajar el ser. Así nacieron los Laberintos, una serie de ejercicios totalmente libres, primero plasmados en papel y luego solidificados en metal trabajado a mano. Estos emanan de una génesis libre, expresada con diferentes espesores, formas únicas y con variaciones singulares en sus tonos verdes. Pero también son piezas pesadas, con recorridos estructurados encerrados por sus propios muros, dicotomías que hablan directamente del recorrido creativo de la obra.
Al mismo tiempo, durante este proceso introspectivo, Fi, quien se rige fuertemente por sus estructuras internas, le da materialidad al intangible paso del tiempo, representado en la universalidad de la semana. Cada día cobras vida con formas y colores que emulan el sentimiento de la artista. Estas premisas formales quedaron grabadas en su mente como si fueran hechos y fueron plasmadas en el Semanario Mental.
En El Semanario Mental y los Laberintos de Laborinterno, la identidad del sentimiento está fuertemente ligada al color, y así cada una de las piezas está dominada por tonos específicos. El blanco simboliza renovación y frescura; el amarillo emana calidez y seguridad; el marrón subraya oportunidad y promesa; el azul representa masculinidad y fuerza; el rojo alude a liberación y determinación; el naranja expresa excentricidad y energía; y el verde transmite serenidad y calma. Los Laberintos llevan esta exploración del color a un nivel más profundo. Aunque parecen casi idénticos, cada pieza tiene un tono de verde único. Esta diversificación de verdes modifica las piezas de manera casi imperceptible, pero, una vez identificadas las variaciones, los matices de la obra generan cambios sutiles en el sentimiento que emanan.
Fotos: Alfredo J. Martiz J.